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¿Entidades oscuras o heridas no sanadas?

Desde siempre hemos escuchado historias sobre personas que dicen tener “entidades pegadas” a su campo energético. Hablan de arcontes, larvas psíquicas, parásitos etéricos o bajos astrales como si fuesen la causa de todos sus males. Algunos aseguran que les bloquean los caminos, otros que les drenan la energía, que frustran todos sus proyectos en la vida o incluso que les impiden pensar con claridad.


Es cierto que, desde una visión espiritual, pueden existir influencias sutiles que afectan al estado anímico o energético de una persona. Pero también es cierto que muchas veces se está usando esta explicación como una excusa para no mirar hacia dentro. Y conviene decirlo alto y claro.


¿Qué lleva a una persona a pensar que tiene algo oscuro pegado en su aura?


Hay varias respuestas posibles, pero todas tienen un punto en común: una dificultad para asumir el propio estado emocional. A veces se trata de dolor acumulado, culpa, ansiedad, ira reprimida, o simplemente un mal momento vital. Pero en lugar de afrontarlo con honestidad y responsabilidad, la persona lo externaliza. Lo convierte en “una entidad” o proyección con el fin de dar explicación y poner una "etiqueta" a su malestar.


Es más fácil decir “tengo una entidad oscura en mi aura” que reconocer:— Tengo miedos y me cuesta mucho cambiar.— No he tratado aquel trauma de infancia que todavía me atormenta.— Me saboteo porque no me creo digna de algo mejor.


La espiritualidad mal entendida puede ser un refugio temporal donde esconderse. Pero no es una solución ni mucho menos se resolverán los problemas sino que, de lo contrario, se irán agravando cada vez más. Y esto hay que decirlo sin tapujos, porque cada vez es más frecuente.


Entonces, ¿no existen las fuerzas del mal?


No se trata de negar lo sutil. Quien ha trabajado con energías, sueños, meditaciones profundas o procesos espirituales intensos, sabe que hay planos más allá de lo físico. Lo que no podemos hacer es confundir una vivencia simbólica con una realidad objetiva, ni convertir todo malestar emocional en una supuesta invasión o posesión astral.


A veces lo que se describe como “una entidad negativa pegada” no es más que una parte del propio inconsciente que está saliendo a la luz: un patrón, un trauma, una emoción bloqueada. No hace falta un exorcismo, sino grandes dosis de verdad y sabiduría. En ocasiones terapia para aliviar los síntomas más intensos. Y mucho mucho mucho trabajo personal y madurez.


El peligro del victimismo espiritual


Cuando alguien cree que todo lo que le pasa es por culpa de una energía externa, entra en una dinámica muy peligrosa:


  • Pierde el control de su vida.

  • Evita asumir su responsabilidad.

  • Se vuelve dependiente de quien le “limpia”, poniendo en peligro su voluntad y economía.


He conocido a personas que llevan años haciéndose limpiezas, desbloqueos energéticos, exorcismos, lecturas psíquicas... y siguen igual o peor. Porque nunca se han sentado a hacer lo más difícil: analizar lo que el Alma pretende enseñarles y dejar de huir.


A veces, una buena dosis de discernimiento y sentido común hace más por el alma que diez sesiones de limpieza energética.


¿Qué podemos hacer si sentimos que algo nos bloquea?


Primero, respirar. No todo lo que duele es oscuro ni todo lo que cuesta es una maldición exterior. Vivir duele, crecer cuesta, y transformarse implica pasar por momentos complicados.


Segundo, ser honestos.

  • ¿Estoy huyendo de alguna verdad?

  • ¿Estoy evitando hacerme cargo de algo que debo trabajarme?

  • ¿Estoy proyectando fuera lo que no quiero asumir dentro?


Tercero, buscar ayuda adecuada. No se trata de elegir entre psicología o espiritualidad. Lo ideal es integrar ambas. Con criterio, con madurez, sin supersticiones ni dogmas.


Conclusión


Por supuesto que existe todo un mundo lleno de energías (de hecho el Universo entero está compuesto de ella), pero una entidad no es más que la proyección de una mente herida que prefiere mirar hacia otro lado antes que enfrentar el problema de frente y aceptar que hay aspectos disfuncionales que requieren atención. No es cuestión de vivir con miedo, sino encontrar coherencia, lógica y respuestas. Si uno vive desde la verdad y la sabiduría, cuida su energía y se responsabiliza de sus actos, no hay arconte, draconiano, anunnaki, larva, bajo astral o mal de ojo que tenga nada que hacer.


La peor entidad es la mentira que uno se cuenta a sí mismo para no cambiar.


Lo que está claro es que el que no sabe, cree.


Prof. Denis Astelar

Desarrollo Humano

 
 
 

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