top of page

EL SILENCIO DESPUÉS DE DESPERTAR


En algún momento de tu travesía hacia el Despertar —quizás después de una revelación espiritual profunda o una ruptura personal absoluta— sentiste cómo cambiaba todo. Viste la ilusión, los patrones, el ruido… y luego el silencio. Al principio, ese silencio tenía un poder casi místico. Parecía un descanso merecido después del caos interior, pero con el tiempo, sin que lo notaras del todo, esa sensación de propósito comenzó a desvanecerse.


No fue una caída ruidosa ni dramática. Fue más bien como si tu alma hubiese bajado el volumen de la vida y se le hubiera olvidado volver a subirlo. Dejaste de perseguir, dejaste de importarte. No con desesperanza, sino con una especie de suspiro existencial. Y entonces apareció esa pregunta, esa que susurra pero no desaparece: ¿por qué me siento tan vacío ahora que finalmente entiendo la vida?


Hay un extraño y profundo misterio aquí. Esperamos que el despertar espiritual encienda también nuestra pasión. Pero para muchos —especialmente los introspectivos, los sensibles, los buscadores— ocurre lo contrario: nos vacía.


Recuerdo hablar con una amiga que es casi mi hermana, conectada espiritualmente, escritora de libros y profesora de seminarios. Luego de atravesar su noche oscura del alma, tuvo una gran revelación. Lo entendió todo: el ego, la identidad falsa, la carrera por el éxito externo. Y sin embargo, dos meses después estaba tumbada en su piscina, mirando al techo, sin fuerzas para levantarse. Me dijo: “Antes lloraba por no lograr nada. Ahora no me importa si logro algo o no. Pensé que el despertar me llenaría de luz, no que me alejaría de todo”.


Y eso suena poético hasta que entiendes lo que implica. El despertar no es el final, es el inicio de una muerte psíquica: la muerte de lo que creías ser. Las estructuras que daban sentido a tu vida —metas, trabajos, relaciones, incluso tu percepción del tiempo— colapsan.


Pero aquí viene el giro importante que aporta lucidez: tu ego no desapareció. Solo está desorientado. Perdió su mapa, y sin un nuevo mapa, la motivación también desaparece.


No es que estés deprimido ni que hayas perdido el rumbo. Es que estás suspendido en un estado intermedio. Has despertado de algo, pero aún no has despertado hacia algo nuevo. Estás en el umbral, y aquí es donde todo se vuelve fascinante y profundamente incomprendido.


Lo que sientes no es un fracaso, ni una patología, ni un error. Es algo ancestral y sagrado. El mundo moderno evita esta etapa a toda costa: esta pausa sagrada, este vacío, este entretiempo. Pero esta etapa es crucial para el proceso de revelación de la Esencia, ese viaje hacia convertirte en tu ser auténtico.


Pero nadie habla de esta fase, ¿verdad? Y es exactamente eso lo que ahora vamos a desentrañar: lo que realmente está ocurriendo en tu psique después del despertar. Y cómo esta pérdida de motivación puede ser la mayor actualización espiritual que jamás hayas experimentado, si sabes interpretarla.


Si eres alguien que busca expandir su mente y explorar las profundidades invisibles de la vida, necesitas saber que no estás solo en este tránsito. Si has estado flotando en esa niebla posterior al despertar preguntándote a dónde fue tu chispa vital, no estás perdiendo la cordura. Estás atravesando una mutación psíquica que muy pocos saben nombrar.


Este cambio no solo ajusta tus pensamientos, reconfigura todo tu sistema operativo. Las metas que solías perseguir, las listas interminables, los planes a cinco años, las canciones motivacionales de la cultura del esfuerzo… ya no te remueven. No porque hayas fracasado, sino porque el sistema que generaba esa motivación se está desmoronando.


Pensemos en esto: durante gran parte de tu vida, tu motivación venía de tu identidad egoica, del “yo” que pensabas ser. Querías probar tu valor, ser visto, tener éxito, sentirte amado. No es algo malo; es parte del crecimiento humano. El ego es esa máscara que usamos para funcionar en sociedad. Pero el despertar arranca esa máscara.


De repente, ya no quieres agradar ni ganar la partida, porque ahora entiendes el juego. Y ahí es donde todo se descompone. Porque sin la máscara, las metas antiguas ya no encajan. Fueron hechas a la medida de un “yo” que ya no existe.


Ahora te pareces a un personaje que ha bajado del escenario en mitad de la obra… sin recordar cuál era su papel.


No es que hayas perdido la motivación. Es que ya no te mueve el mismo combustible. Has crecido más allá de lo que antes te impulsaba.


Al final descubrimos que la vida no es una carrera al servicio del ego, sino como una oportunidad sagrada para integrarlo, para alinearlo con una fuerza más importante y profunda. A ese proceso lo llamó encontrar la Esencia: el tránsito desde una identidad fragmentada hacia un yo completo, unificado. No el “yo” pequeño que busca aprobación o aplauso, sino ese centro interior trascendente que te conecta con el Todo.


Ese yo no necesita estatus, claridad ni admiración. Solo desea expresar verdad.

Y cuando esa verdad comienza a despertarse en ti, tu psique empieza a reajustarse, a rechazar lo que es falso, forzado o motivado por el ego disfuncional y dormido. Comienzan a derrumbarse los empleos, las relaciones, las metas… y hasta aquel tablero de sueños cuidadosamente planeado años atrás.


Por eso muchas personas describen el despertar como una experiencia tan liberadora como desconcertante. Pero es importante tener algo en cuenta: si te detienes allí, corres el riesgo de quedar atrapado.


Hay quienes despiertan solo para caer en el espejismo de una espiritualidad que evita el dolor. Se convencen de que nada importa, de que todo es ilusión. Entonces se desconectan, se disuelven, se anestesian. Confunden el desapego con la indiferencia.


Sin embargo, el alma anhela otra cosa. Desea encarnarse en Ti. Vivir el paraíso en este cuerpo humano. No busca evadir el mundo, sino redefinir su lugar en él.


Para asumir esa nueva forma de vivir, hay que atravesar una fase extraña que casi nadie la reconoce mientras la está viviendo.


Es un momento silencioso y sombrío después del Despertar. Una etapa invisible que no aparece información alguna en las redes sociales ni en retiros espirituales en puntos remotos del mundo. Se manifiesta así: estás sentado en silencio, incapaz de explicarte, mientras el mundo gira y la vida sucede a tu alrededor. En realidad no estás perdido, estás entre mundos.


Ya no te identificas con el ego disfuncional, pero aún no sabes cómo canalizar tu nuevo yo.

Este estado temporal no es un fracaso. Es un rito de paso. Pero en una cultura obsesionada con la productividad, la quietud se interpreta como flojera y la pausa como parálisis. Entonces te juzgas. Y ese juicio bloquea la energía misma que tu alma intenta recuperar.


Esta pausa psíquica es el momento en que todo se transforma. El péndulo interior se mueve del esfuerzo del ego hacia el silencio gobernado por el alma. Pasas del “tengo que hacerlo todo” al “¿por qué hacer algo?”.


Ese tránsito es sagrado. Es el modo en que el equilibrio renueva los mitos y enseñanzas antiguas.


Este es el momento del ermitaño, la muerte antes del renacimiento. Es el instante en que la oruga crea su metamorfosis dentro del capullo. Todavía no es mariposa, ya no es oruga: solo esencia en transformación.


Y sí, esa esencia no produce, no acelera, no brilla: se disuelve. Es entonces cuando el ego personal entra en pánico. Quiere acción, certezas, títulos. Pero el alma susurra: “Suelta… estoy construyendo algo más profundo”.


Y justo aquí es donde muchas corrientes de espiritualidad moderna evitan el camino duro. Te dicen: “Sigue tu alegría” o “mantén vibraciones altas”. Y aunque la intención y la energía importan, siempre debes recordar que si esquivas la Oscuridad, también te pierdes la Luz.


Integrar la sombra —mirar de frente aquello que has reprimido, lo incómodo, lo olvidado— no es un lujo ni un ejercicio opcional: es el núcleo mismo del Ser.


Esta "nada sagrada" que sientes es el espacio donde lo inconsciente por fin puede emerger.

No estás fallando. Estás digiriendo siglos de contenido emocional no resuelto. Tu psique es profundamente sabia. A veces bloqueará tu motivación, tu claridad o tu impulso, no como castigo, sino para que puedas sentir, presenciar y reclamar todo aquello que enterraste para sobrevivir.


Ese es el verdadero trabajo.


Y aquí viene el giro más hermoso. Cuando dejas de resistirte al vacío, ocurre algo inesperado, casi sagrado. No es que la motivación regrese como antes —frenética o exigente—, sino que vuelve con otro ritmo, con otra voz. No empuja: susurra. No exige: acompaña.

Es una fuerza antigua, callada, que no viene del deber, sino de un recuerdo profundo. Como si algo dentro de ti hubiera estado esperando que te detuvieras para poder hablarte.


Es el surgimiento de la verdadera Esencia. No como una idea abstracta, sino como una brújula viva, íntima, que empieza a guiar desde lo más profundo.


Has caminado a través del silencio, del tiempo suspendido, de esa pausa que parecía no tener fin. Y ahora algo nuevo comienza a despertarse.


No es una epifanía ruidosa ni un relámpago de claridad. Es un tirón interno, una vibración suave que no te llama a volver al pasado, sino a construir algo nuevo desde otra raíz.


Aquí es cuando la Esencia empieza a hablar, no en frases claras, sino en intuiciones, en resonancias, en una vida llena de simbología. Una vida donde el ego disfuncional ya no dirige la orquesta porque se ha rendido humildemente al inconsciente. Y entonces nace algo más verdadero: una existencia que brota desde el alma y no desde la máscara.


En ese punto, vivir deja de ser un acto de supervivencia y se transforma en un camino de significado. Y la sorpresa es que ese significado no siempre se encuentra en lo extraordinario: a menudo es maravillosamente cotidiano.


Cuando la Esencia guía, no corres, no compites: respondes. No buscas validación externa, sino autenticidad interna. No persigues la claridad: la reconoces cuando llega.


Vivir desde el alma no garantiza energía constante ni ánimo inquebrantable. A veces seguirás sintiendo cansancio, desorientación, tristeza. Eso también es parte del viaje humano. Pero lo que desaparece es esa traición silenciosa a uno mismo, esa sensación de estar actuando un papel en una obra que ya no te pertenece.


Empiezas a notar que creas aún cuando nadie aplaude. Que dices “no” sin culpa a lo que no vibra contigo, aunque parezca perfecto para otros. Que sigues tu curiosidad, no tus deberes.


Que eliges paz antes que rendimiento.


Ese es el nuevo combustible: no la adrenalina, sino la alineación con la Paz.


No es fantasía. Es la Esencia del Alma. Es confiar en las imágenes internas, en los sueños, las sincronicidades, los presentimientos. Es aprender a leer el lenguaje secreto de la vida y dejarte guiar por él.


¿Y en la práctica cómo se ve esto? A veces es tan simple como hacer otras preguntas. En lugar de “¿Qué debería hacer?”, preguntas: “¿Qué me está llamando en silencio?”. En vez de “¿Cuál es el plan?”, preguntas: “¿Hacia dónde me empuja la vida?”. En vez de “¿Cómo puedo demostrar mi valor?”, preguntas: “¿Qué siento hacer ahora?”.


Dejas de imponerle tu voluntad al mundo y empiezas a colaborar con su misterio. No abandonas la ambición, la transformas. La ambición se vuelve devoción: devoción a la verdad, a la presencia, al crecimiento.


Y lo paradójico es que esa energía más suave y más fiel logra mucho más que cualquier impulso del ego humano, porque ahora es sostenible. Ahora está impulsada por el alma.


Esta es la motivación de la Esencia. No busca impresionar, busca expresar. Y desde ahí nace el impulso de crear, servir, sanar, enseñar, construir… no porque debas, sino porque todo tu ser dice “sí”.


Así que si has sentido que tu chispa se apagó después del despertar, tal vez no se apagó. Tal vez lo que murió fue el fuego viejo para dar paso a una llama más profunda. Una que no tiembla cuando sopla el viento exterior.


Que no te sigan engañando. El Despertar Espiritual no un camino fácil. Pero si estás aquí leyendo esto, es porque ya estás recorriéndolo.


No se trata de recuperar tu antigua motivación, sino de descubrir una nueva, anclada en la totalidad, no en el rendimiento.


Este no es el final de tu Despertar. Es el comienzo de tu verdadero devenir.


Si estas palabras tocaron algo dentro de ti, si pusieron nombre a ese sentimiento que llevas tiempo cargando en silencio, me encantaría que compartieras tu experiencia. Deja un comentario y cuéntame cómo ha sido tu propio viaje interior, porque cada historia tiene un eco en el alma de otros.


A veces creemos que somos los únicos que atravesamos estos desiertos emocionales, pero en realidad nuestras heridas tienen raíces compartidas, antiguas, tejidas en la memoria colectiva de quienes también buscan sentido en medio del caos cotidiano.


Si sientes que necesitas más orientación o que es hora de actualizar parte de tu psique para conectar con lo verdaderamente auténtico, te espero en Los Encuentros (www.denisastelar.com)


Porque el despertar no es la meta final. Es apenas una parte del camino.


Es el momento sagrado donde comienza la verdadera historia: la de tu transformación, la de tu regreso hacia ti mismo, sin máscaras, sin expectativas impuestas… solo con la verdad que habita en lo más callado de tu ser.


Prof. Denis Astelar

 
 
 

8 Comments


Aveces enraizada, aveces perdida, aveces en las nubes, aveces en mi mundo, pero solo aveces.

Like



Edited
Like

Silvia Amadeo
Silvia Amadeo
Jun 02

Aquí, sentada delante del ordenador reflexionando y recordando cuántas veces he sentido un vacío sin sentir. Ahora entiendo q no era el vacío q expones en este mensaje. No sé si alguna vez llegaré a sentir ese vacío pero lo q si siente mi alma estos momentos en una gran plenitud de haber entendido d q todo ya está pactado, q lo pacto yo x q solamente yo sé lo q necesito para iluminarme y desde entonces ya no me cuestiono nada, simplemente me agradezco por las situaciones ya vividas y las q estoy viviendo en este momento. Lo mismo ya encontré ésa motivación q se necesita después de ese gran vacío o no, y solamente es un paso má…


Like

francesca
Jun 02

Sí, Denis. Tus palabras no sólo han tocado algo dentro de mí si no que dan justo en la llaga. Como siempre. Gracias por explicar y dar forma a "ese vacío", a"esa desmotivación" que siento desde hace tiempo. Y gracias por darle palabra la esperanza, a la idea que esto es una transformación y que es para un bien mayor. Gracias amigo!

Like

Olive
Olive
Jun 01

Querido Profesor.


Estaba en pleno duelo pues mi padre falleció en Junio del 2020.

Siempre digo que soy hija de Padre Divino (Dios) tú me enseñaste que es la Fuente de Luz Universal; soy la más consentida, pues mi padre que en Paz descansa, que fue un misionero, el fue mi guía en el camino hacia mi Fé.

Yo en pleno Duelo y Padre Divino me guío hacia ti, en Noviembre del 2020 inicié un camino intenso a tu lado, primero con el curso de la cuarta Dimensión y después con el VIP.

Poco a poco fui aprendiendo a discernir a pensar por mi misma y todo que tu nos me has enseñado, sabes que soy una alumna de poca…

Edited
Like

Este es el sitio web oficial sobre Denis Astelar, fuente de información sobre su agenda, programas, cursos online y consultas privadas.

Todos los derechos reservados.   Academia Hermes © 2015

Términos y condiciones - Aviso legal y cookies.

bottom of page