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Foto del escritorProf. Denis Astelar

¿QUÉ ESTÁ PASANDO CON EL CIVISMO?


Cada día al despertar, uno empieza su ritual personal agradeciendo por el nuevo día entregado y enviando Amor y energía armónica al mundo con el fin de integrar todo lo bueno que se te ha preparado en la lección que te reserva la vida. Pasados unos minutos y dispuesto a salir al mundo exterior donde encontrarás a tus congéneres, te das cuenta rápidamente que lo que debía ser un paraíso natural y humanitario se convierte rápidamente en una jungla donde impera la ley del más fuerte y el del egoísmo más desalentador.

Al iniciar el día temprano, el hermoso silencio y calma de la mañana es perturbado por personas que se gritan o se insultan en medio de la calle mientras las drogas o el alcohol tratan de salir de su organismo defecando u orinando en portales ajenos.

Encuentras personas fumando en el andén de la estación junto a otras personas que incluso mostrando inquietud o malestar no dicen nada por timidez o temor, algunos ocupan con los pies el asiento delantero o contiguo en los trenes de cercanías incluso cuando hay embarazadas o personas más mayores de pie.

Algunos deberían comprender que si no asean y mantienen una higiene por ellos mismos, deberían hacerlo por respeto y trato hacia los demás.

Contemplas atónito a gente que intenta colarse en una cola cuyo acceso está numerado o se limita por turnos con un absurdo fin de llegar el primero sin saber que un avión, un tren o incluso la película de un cine se iniciará cuando está planeado, no cuando la gente termine su peculiar carrera de obstáculos.

Otros te los encuentras en el asiento que tienes reservado en tu billete y encima debes sentarte en su asiento porque declinan a moverse mientras otros gritan a viva voz en un vagón silencio en el tren de alta velocidad.

Eres testigo incrédulo de cómo el 99% de los ciclistas circulan incorrectamente en medio de la carretera hablando en fila de dos e incluso de tres y mientras piden respeto para que se mantengan las distancias de seguridad, van ignorando el significado del ceda el paso, el stop, las preferencias en las rotondas o los semáforos en rojo. Otros simplemente pedalean como la fórmula uno por los carriles que comparten con los peatones donde se encuentran niños, perros y ancianos.

Aunque es cierto que dichas acciones son provocadas por personas de todas la edades, comprendidas entre los 15 y los 70 años y de ambos géneros, la mayoría de los protagonistas de estas lamentables acciones son varones, dejando en evidencia una clara desigualdad social de los valores aprendidos entre las niñas y los niños desde muy temprana edad y mostrando claramente que aquellos que han sido encargados de cuidar a esos seres no han destinado suficiente atención y energía a los que tanto desean amar y proteger.

Poco a poco estos pequeños actos que de forma individual parecen insignificantes acaban adquiriendo un gran poder cuando se realizan de forma masiva y habitual, creando un mundo lleno de miseria, de injusticia, de desigualdad, de frustración y finalmente de ira y odio que no nos puede llevar a nada bueno sino se detecta y se transmuta a tiempo.

¿Qué está pasando con la educación, el respeto y el civismo?

¿Será necesario regresar a una dictadura opresiva y asfixiante llena de leyes que prohíban lo evidente simplemente por falta de sentido común?

¿Deberían las personas incívicas ser sancionadas con regresar a parvulario y aprender de los niños lo que ellos olvidaron de adultos?

Si queremos avanzar en materia social, humanitaria, política, ecológica y espiritual, debemos empezar primero por revisar y recuperar los principios básicos que hacen que una persona sea algo más que un vegetal o un animal y empezar a sentirnos unidos y conectados con nosotros mismos primero y con el entorno y el Universo inmediatamente después.

Está claro que muchas personas han suspendido las asignaturas que con tanto amor y ejemplo le debían haber sido entregadas en las fases de guardería y en parvulario y cuyos valores, enseñados seguramente por sus padres o familiares (o no), fueron ignorados y olvidados con la misma rapidez con la que desaparece una estrella fugaz.

Prof. Denis Astelar http://astelar.wixsite.com/denisastelar Tel. 678 615 602

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